lunes, 27 de octubre de 2008

El porqué de la subjetividad en la Brevísima relación de la destrucción de las Indias Occidentales

(Una doble lectura entre Ollantay y la política puertorriqueña)

La Brevísima relación de la destrucción de las Indias Occidentales es un documento en el que fray Bartolomé de las Casas plantea una serie de quejas en contra del maltrato hacia los pobladores originales de las Indias, pero de una manera subjetiva. A pesar de que el documento es valioso para las comunidades indígenas, también provocó conflictos con colonizadores y trajo posteriores consecuencias negativas.

El documento de las Casas, describe crudamente el trato que recibían los indígenas por parte de los colonos debida a la llamada “colonización evangelizadora”. Esta colonización se amparaba en la evangelización para justificar el abuso al que eran sometidos los aborígenes de las tierras conquistadas.

Por tal razón, el fraile dominico Bartolomé de las Casas redactó su Brevísima. Con ella consiguió denunciar todas las crueldades a las que eran sometidos los aborígenes desde una perspectiva personal, ya que él era testigo de lo que denunciaba.

Sin embargo, al autor cayó en escrito de carácter subjetivo, por el cual fue muy criticado. Esa subjetividad recae en su interés y/o preocupación por los indígenas, lo que lo lleva a plagar el documento de exageraciones que evidencian un interés personal más allá del de denunciar. A pesar de tener una buena intención, ya que el autor creía en la colonización pacífica. ¿Cómo? Propiciando de manera pacífica el acercamiento a los indios que, conservando plenamente su libertad, escucharían la predicación del Evangelio. Esta idea surgió luego de que renunciara a su encomienda por razones de conciencia.

Pero, qué tipo de exageraciones es en las que cae el autor. Éstas son de carácter social, Bartolomé de las Casas presenta a una sociedad indígena demasiado pacífica e incluso hasta sumisa ante los españoles:

Todos ayuntados e juntos en el patio con otras gentes que a vueltas estaban,
pónense a las puertas del patio españoles armados que guardasen y todos los
demás echan mano a sus espadas y meten a espada y a lanzadas todas aquellas
ovejas, que uno ni ninguno pudo escaparse que no fuese trucidado. A cabo de dos
o tres días saltan muchos indios vivos, llenos de sangre, que se habían
escondido e amparado debajo de los muertos (como eran tantos); iban llorando
ante los españoles pidiendo misericordia, que no los matasen. De los cuales
ninguna misericordia ni compasión hubieron, antes así como salían los hacían
pedazos.


Si es muy probable que muchos indios sintieran temor de los colonos pero no al punto de llorar y suplicarles por sus vidas. No es un dato muy confiable, más cuando se conoce que las culturas indígenas mexicanas no eran tan pacíficas como el fraile dominico los “pinta”.

Es admirable como enlaza sus comentarios subjetivos con otros objetivos, aunque estos últimos sufran de cierta incredulidad: “Pero los españoles, a quien no se les ampara nada, mayormente en estas gentes desarmadas, pusieron fuego al templo e allí los quemaron dando voces: "¡Oh, malos hombres! ¿Qué os hemos hecho?, ¿porqué nos matáis? ¡Andad, que a Méjico iréis, donde nuestro universal señor Motenzuma de vosotros nos hará venganza!"”. El principio del fragmento posee matices objetivos, al igual que el final, en el que las víctimas vaticinan la venganza por parte de su líder. Esa incredulidad en lo objetivo se nota en las palabras de los indígenas, donde el autor presenta a una sociedad que posee el mismo vocabulario que un español. Pero, el medio es subjetivo, porque es dudoso que los indígenas les cuestionen sus actos, haciéndolos parecer unas criaturas demasiado sumisas.

Esta subjetividad esta sustentada en el interés que el fraile sentía hacia los pobladores originales. Ese interés está documentado con muchas de las acciones hechas por el dominico: el 20 de noviembre de 1542 se dieron a conocer las Leyes Nuevas. En ellas se prohibía la esclavitud de los indios, se ordenaba además que todos quedaran libres de los encomenderos y fueran puestos bajo la protección directa de la Corona. Se disponía además que, en lo concerniente a la penetración en tierras hasta entonces no exploradas, debían participar siempre dos religiosos que vigilarían que los contactos con los indios se llevaran a cabo en forma pacífica dando lugar al diálogo que propiciara su conversión.

Es muy comprensible que el fraile dominico Bartolomé de las Casas redactara un documento así, aún tan subjetivo y exagerado, para liberar a una comunidad más débil. Pero es un acto hipócrita del autor. Si por un lado liberó a una comunidad, la indígena, provocó la esclavización de otra, la africana. Esta esclavitud durante centenares ha sufrido los embates de la esclavitud; sufriendo hasta de la discriminación racial que aún sigue imperando por el mundo.

Sin embargo –excluyendo el dato de la esclavitud africana– hay que reconocer que Fray Bartolomé de las Casas, haciendo uso de su gran genio creativo (utilizando exageraciones, hasta demasiado obvias), creó una obra con la que deja de manifiesto claramente un mensaje: “No se pueden tratar estas culturas de manera tiránica ni violenta, pacíficamente se puede conseguir mucho más y con mejores resultados”. Pero, no sólo envía un mensaje, sino también una crítica a su patria, España. El dominico critica que los colonos utilicen y abusen de los pueblos indígenas como si no fueran criaturas humanas, sino como fieras; que la Nación no tome cartas en el asunto y patrocine –o no castigue– esas barbaridades.

Entiendo que la obra del fraile dominico Bartolomé de las Casas, a pesar de ser muy controvertida desde su época hasta el presente y de la subjetividad en que fue compuesta, es de una excelente calidad y humanística. El padre las Casas es un autor que supo cómo escribir una obra que sobrepasa las fronteras de lugar y tiempo porque si la analizamos desde una perspectiva actual, buscando una doble lectura, se podría hablar de una tiranía en contra de, por ejemplo, personas enfermas de alguna enfermedad venérea. Es una obra excelente para analizar desde muchos puntos de vista, o sea, no se debe ver sólo desde el punto de vista histórico, sino desde otros ámbitos, especialmente modernos, en los cuales podamos, al igual que en la época de su publicación, cambiar nuestra perspectiva sobre algún determinado asunto.

miércoles, 15 de octubre de 2008

El Popol-Vuh, la importancia y preservación de la palabra

Ésta obra sobrevivió escondida, refugiada de las inclemencias y de la mano del hombre. Los pueblos maya para conservarla, oralmente, preservaron el idioma, para enterderlo, y la ubicación del lugar donde se encontraba el texto. En el siglo XVII, el sacerdote dominico Fray Francisco Ximénez fue el encargado de traducir el texto al español. Fue gracias a su interés por la cultura e idioma del pueblo maya que se ganó el respeto y confianza del pueblo para ésta sagrada misión.

En el Popol-Vuh se presenta la importancia de salvaguardar el lenguaje (la palabra). El mejor ejemplo de ello son las varias ocasiones en que los dioses crearon al ser humano para ser adorados por medio de la palabra, pero al principio no tuvieron éxito hasta que el hombre es creado a base de maíz. Para los mayas la palabra es un arte divino, la palabra tiene fuerza y un inmenso poder.

La obra de los mayas, Popol-Vuh, nos presenta la importancia que tiene la palabra para el hombre. En estos tiempos que vivimos, donde la rapidez es primordial, es de mucho valor y pertinencia el mensaje que nos envía el texto. Es triste ver como nuestro idioma materno se va perdiendo con los neologismos y tecnicismos que son tan utilizados, especialmente entre la juventud. Es lamentable leer un texto de un adolescente que está plagado del vocabulario utilizado por ellos, por ejemplo el utilizado para "chatear" o el utilizado para enviar mensajes de texto, donde no importa la lengua sino la rapidez con que se envíe el mensaje, sin importar los errores que se cometan. La lengua nos identifica como pueblo y nos otorga una cultura única, por lo tanto debemos conservar y preservar nuestra lengua. Si perdemos la lengua materna, perdemos nuestra cultura.